Paz

1. PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA:

Los diálogos/negociaciones de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también conocidos como proceso de paz en Colombia, fueron las conversaciones que se llevaron a cabo entre el Gobierno de Colombia (en representación del Estado) y la guerrilla de las FARC. Estos diálogos tuvieron lugar en Oslo y en La Habana. El objetivo, según el gobierno, es la terminación del conflicto con el grupo insurgente; y según las FARC, «buscar la paz con justicia social por medio del diálogo», según palabras de Iván Márquez, uno de los miembros del equipo negociador de las FARC.

2. EL PLEBISCITO POR LA PAZ:   
¿Qué es? Es un mecanismo de participación ciudadana con el cual, en el marco del proceso de paz, el Gobierno busca que los colombianos aprueben o rechacen los acuerdos que se firmen con la guerrilla de las Farc en La Habana.
¿Cómo se realizaría? Sería una sola pregunta en la que se les indagaría a los colombianos si están de acuerdo o no con lo pactado en Cuba con las Farc. Las respuestas serán ‘sí’ o ‘no’
¿Cuántos votos se necesitarían para que el plebiscito sea válido? La propuesta del Gobierno requiere un umbral del 13 por ciento del censo electoral para que este mecanismo sea válido. Esto quiere decir que se necesitan 4,4 millones de votantes por el ‘sí’ o la misma cifra por el ‘no’. Aún así, la Corte Constitucional revisa dos propuestas, una, que es la del Gobierno, sobre mantener el umbral y que sea vinculante; la otra es la de quitar el umbral, en cuyo caso el plebiscito sea de carácter consultivo.
¿Cuándo se votaría? Aún no se tiene una fecha clara, pero el proyecto de ley que estudia la Corte Constitucional establece que el Presidente de la República debe “informar al Congreso su intención” de convocarlo “y la fecha en que se llevará a cabo la votación”.
Esta no podrá ser anterior a un mes ni posterior a cuatro meses contados a partir de la fecha en que el Congreso reciba el informe del Presidente.
¿Qué falta para que sea aprobado este mecanismo para refrendar acuerdos? El proyecto de ley que contempla el plebiscito ya culminó su paso por el Congreso, solo falta la votación de la ponencia de la Corte Constitucional, la cual se espera se realice esta semana, y una vez allí deberá ser firmado por el Presidente de la República.
¿Cuál es la postura de las Farc al respecto? Se requiere que las Farc y Gobierno acuerden que el plebiscito será el mecanismo para refrendar lo pactado. En un principio esa guerrilla propuso realizar una asamblea nacional constituyente, lo cual significa una modificación a la Constitución, pero en los últimos meses han expresado su apoyo al plebiscito, indicando incluso que en caso de que gane el no en las urnas no tendría por qué “dar al traste” con lo negociado estos tres años y medio.
¿Qué pasa si gana el ‘sí’? ¿Qué pasa si gana el ‘no’? El Gobierno estará obligado a acoger jurídicamente lo que se vote en las urnas, sin importar si gana la una o la otra opción. Si gana el ‘sí’, el Gobierno tendrá vía libre para sellar el acuerdo de paz y comenzar a implementar y desarrollar los acuerdos. Sin embargo, si gana el ‘no’, significará el rechazo de los colombianos al proceso, por lo que no habría implementación de dichos acuerdos. “Si gana el ‘no’, eso será acatado y seguiremos en guerra durante 20 o 30 años”, ha dicho el Presidente.
¿Habrá garantías para opositores del proceso en el marco del plebiscito? Habrá garantías para las campañas por el ‘sí’ y por el ‘no’. El Estado dará espacios en medios para que ambas iniciativas puedan promocionarse.
FUENTE: ELTIEMPO.COM
3. OPINIÓN:
El proceso de diálogo por la paz que el Presidente Juan Manuel Santos ha iniciado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es un encomiable esfuerzo por dar fin a uno de los más largos y dolorosos episodios de violencia en la historia de América Latina.
Independientemente de la opinión que cualquiera pueda albergar sobre las FARC o sobre el conflicto que durante décadas ha atormentado al pueblo colombiano, lo cierto es que la noticia de una negociación merece más que interés o aquiescencia: merece fe y esperanza, apoyo y colaboración. Algunos objetan que otros esfuerzos han fracasado en el pasado. Esa es una historia común. Si permitiéramos que los intentos fallidos se convirtieran en obstáculos válidos para volverlo a intentar, no existiría nunca más que una oportunidad para la paz.
Ninguna negociación está ungida de certeza. Lo que interesa es que el Presidente Santos ha iniciado un diálogo que puede significar el fin de una guerra. En este proceso de negociación no se trata de decidir qué pensamos sobre las FARC, sobre los paramilitares o sobre el Gobierno colombiano. Se trata de decidir si estamos a favor o en contra de un acuerdo de paz en Colombia. Sólo si lo expresamos en estos términos, podemos entender la magnitud de lo que está en juego.
Creo firmemente que la negociación debe iniciar por el tema más controversial, que es también el más complejo: el cese de todas las hostilidades. No tiene sentido discutir sobre plazos, condiciones, amnistías, si no existe un acuerdo para poner fin a toda forma de violencia. Esa es, quizás, la principal lección que se desprende del proceso de pacificación de Centroamérica. Acordar un alto al fuego, a los secuestros, a los asaltos, a los atentados, sería una demostración elemental de buena fe por parte de las FARC, pero también una de las mejores maneras de aumentar las probabilidades de que ambas partes se sientan comprometidas a llevar la negociación hasta el final. Para que un proceso de negociación tenga éxito, todos deben sentir que tienen participación en el resultado y que tienen mucho que perder en caso de desistir.
Muchas veces he mencionado las negociaciones de Camp David, en el año 2000, cuando Shimon Peres, Issac Rabin y Yasser Arafat alcanzaron un acuerdo sobre la casi totalidad de los temas, pero no fueron capaces de transigir en unos cuantos puntos. Lo que esto nos dice es algo muy sencillo: esos puntos valían más para las partes que todo lo acordado con anterioridad. Esto demuestra que en toda negociación la estrategia debe ser siempre reducir el costo del acuerdo y aumentar el costo del fracaso.
El cese a las hostilidades también galvanizaría presión de parte de la comunidad internacional. Un punto en el que el proceso de paz en Colombia difiere significativamente del proceso de paz en Centroamérica, es que durante la década de los ochenta, las cinco repúblicas centroamericanas negociábamos en contra de la voluntad de las dos superpotencias de la Guerra Fría, que siempre se opusieron al Plan de Paz que yo había propuesto. Francamente dudo que algún actor internacional se atreva ahora a boicotear el proceso de paz en Colombia. Esto representa una oportunidad invaluable para las FARC de obtener una salida similar a la que obtuvo el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que hoy forma parte de la institucionalidad política de El Salvador.
Junto con la necesidad de iniciar con los temas más controversiales, creo que es importante no darle largas a la negociación. Muchas veces he dicho que la paz no es fruto de la impaciencia. Pero mucho menos es fruto del perfeccionismo y la postergación. Las partes deben sentir que tienen tiempo para decidir, pero que ese tiempo no es ilimitado. El conflicto centroamericano nos enseñó la importancia de aprovechar el moméntum. La atención del mundo es breve, los recursos son escasos y otras prioridades compiten siempre con la búsqueda de la paz. Las autoridades colombianas han manifestado su interés de reunirse en Oslo y luego en Cuba. Sería ideal si pudieran comprometerse a alcanzar un acuerdo en Noruega, lugar que además ha sido testigo de procesos tan significativos como los Acuerdos de Oslo entre Israel y Palestina, en 1993.

Estoy consciente de que muchas personas opinarán sobre la forma en que deben conducirse estas negociaciones. Mi interés es simplemente compartir las lecciones del proceso de paz centroamericano que continúa siendo, hasta hoy, un testamento del poder de la razón y la voluntad sobre la violencia y la adversidad. Se requiere humildad y flexibilidad. Se requiere hidalguía y sentido de responsabilidad histórica. Lo que nos enseñan procesos como el de Irlanda del Norte, como el de Suráfrica, como el de Centroamérica, es que la paz no es la obra de héroes ni titanes, sino de hombres y mujeres imperfectos, luchando en tiempos difíciles, por un resultado incierto. Pero eso, lejos de desalentarnos, debería alimentar nuestra esperanza en el diálogo que lidera el Presidente Santos. Nada impide que Colombia llegue al fin, y ojalá para siempre, a construir el destino que merece su pueblo.

2 de Octubre de 2016.
En una elección muy reñida, los colombianos le dijeron “No” al pacto sellado entre el Gobierno y el grupo guerrillero. Se abre un escenario impredecible. 
En un resultado sorpresivo, con el 99,89% de las mesas escrutadas, el50,22% de los colombianos (6.430.604 Votos) se manifestaron por el "No"en el plebiscito de este domingo para ratificar o no el acuerdo por la paz con las FARC y el 49,77% lo hicieron por el "Si" (6.373.382 Votos). 



El resultado era impensado, luego de la firma del acuerdo del lunes pasado, en Cartagena, entre el presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño,alías Timochenko,  al que asistieron mandatarios y lideres mundiales, que parecía ponerle fin a un conflicto armado que lleva más de 52 años y dejó millones de víctimas en la nación sudamericana.
El gobierno ha dicho no tener un plan B si triunfaba el voto negativo a la pregunta: "¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?".
Se abrieron casi 82.000 mesas en Colombia y en el extranjero para que los más de 35 millones de votantes habilitados pudieran manifestar su posición a través de las urnas. Los ciudadanos debían responder "sí" o "no".

A las 8 de la mañana, las urnas se abrieron dando paso a filas de personas que llegaban con paraguas e impermeables.
El país sufre los efectos del poderoso huracán Matthew que atraviesa el Caribe y eso afectó la asistencia de muchos electores, según la Misión de Observación Electoral unos 4 millones de votantes, el 12% del censo electoral, se vieron afectados por este problema. 
El presidente Santos fue uno de los primeros en colocar su papeleta en la Plaza Bolívar, en el centro de Bogotá: "Acabo de depositar mi voto en este plebiscito, en esta votación histórica que espero cambie la historia de este país para bien. Terminar una guerra de 52 años, el camino de la paz", dijo el gobernante ante los periodistas que se agolpaban en el lugar.




Medios de prensa del país también dieron cuenta de la votación en la Plaza Bolivar de Bogotá del ex presidente Álvaro Uribe, el principal dirigente de la campaña por el "no", y según la cual no debe amnistiarse o perdonarse a los guerrilleros ni aplicarse los acuerdos alcanzados en Cuba.
Las elecciones se desarrollaron en completa tranquilidad en todo el país, aseguró Luis González, de la Fiscalía General de la Nación y en lugares a donde los comicios eran más o menos hostigadas por la guerrilla, los ciudadanos se manifestaron satisfechos con la calma.
El Ministerio del Interior solo reportó como incidentes el retraso del inicio de las votaciones en 82 mesas de la Guajira, por la tardanza en la llegada de los materiales debido al mal tiempo.
El senador Armando Benedetti solicitó que la votación se extendiera por lo menos dos horas en departamentos como Atlántico, Magdalena y Bolivar, donde había inundaciones, que impidieron a los ciudadanos llegar a las mesas o a los jurados abrirlas, pero el Consejo Nacional Electoral rechazó el pedido.








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